11/05/2016

MINUTO DOMINICAL

“Hijos de la resurrección”                                                                                                                                 
  06 de Noviembre de 2016 –32°
 Domingo Ordinario 
Ciclo Dominical “C” –  San Lucas  20, 27-38

Estos últimos domingos del año litúrgico, que concluimos con la Solemnidad de Cristo Rey y Señor del Universo que celebraremos el  20 de noviembre, proclamamos lecturas de San Lucas de los últimos capítulos de este evangelio que nos hablan de la esperanza cristiana, de la vida nueva que esperamos y de la resurrección.
El evangelio del día comienza con una pregunta crítica que hacen los saduceos a Jesús y que Lucas nos aclara su sentido al darnos a conocer la opinión de los saduceos frente al tema: “se acercaron a Jesús algunos fariseos que niegan la resurrección” y que contradecían la opinión de Jesús, como sucede en nuestro tiempo con quienes no aceptan la resurrección, asumen, tal ven sin comprender su cabal significado, la reencarnación; otros que piensan que más allá  no hay nada o que no es posible hablar del más allá pues supera nuestra realidad física y nuestra capacidad de comprensión. Los saduceos afirmaban su postura apoyados en su interpretación de los libros del Antiguo Testamento.
 En su discusión los saduceos se apoyan en la ley de levirato y un matrimonio de una mujer con siete posibles esposos para poner a Jesús en una disyuntiva absurda sobre  con quién estaría casada  ésta en el reino de los cielos, en la otra vida, lo que sería absurdo al estar casada simultáneamente con siete varones. La pregunta leguleya, citando lo que dice el Deuteronomio para el caso de la ley del levirato, pretende acorralar a Jesús y su opinión sobre la resurrección de los muertos, Este tema era discutido en el mundo judío y el otro gran grupo religioso, los fariseos, si aceptan y creen en la resurrección de los muertos siendo causa de discusión permanente entre los dos grupos. La Sentencia de Jesús es un avance de su propia vida y de su resurrección: Dios es Dios de vivos y no de muertos, para Él todos viven.
Citando el AT, para responderles con la Palabra de Dios como lo hacen los saduceos, el Maestro recuerda que  Dios es Dios de vivos y no de muertos, para Él todos viven, Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob,  y que esta  es la esperanza cristiana ratificada con su propia experiencia de resurrección de la que los discípulos fueron testigos y nos dejaron sus escritos testimoniales de lo vivido y de cómo ello que cambia su vida.
Es el centro de nuestra fe y de nuestra esperanza como cristianos. Si Cristo no hubiera resucitado muestra fe sería un engaño, pero su resurrección es el centro de nuestra esperanza: espero en la resurrección de la carne y en la vida eterna, es lo que cada domingo proclamamos en la eucaristía. Por eso podemos decir que somos, vivimos, y nos preparamos, durante todas nuestra vida, para vivir, en plenitud, nuestra resurrección que es la de Cristo, la del Maestro. La vida del cristiano en palabras de Pablo es: ustedes al quedar unidos a Cristo Jesús en el bautismo, quedan unidos a su muerte. Pues por el bautismo fuimos sepultados con Cristo, y morimos para ser resucitados y vivir una vida nueva, así como Cristo fue resucitado por el glorioso poder del Padre. Como hijos de la resurrección desde el bautismo, la vida nueva, del resucitado, el bautizado, es hijo de la resurrección, es vivir el nuevo tipo de vida como resucitados con una conducta coherente con este nuevo estilo de vida.
Hijos de la resurrección: un regalo de Dios y un desafío de vida. Saludos.

                                                                 
P. Esteban Merino Gómez, sdb.

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