10/29/2016

“Abrir las puertas de la casa” 
                                                                                                              
30 de Octubre de 2016 –31° Domingo Ordinario        Ciclo Dominical “C” –  San Lucas  1, 1-10

No abrimos fácilmente ni permitimos entrar a cualquier persona a nuestra casa. Es nuestro mundo privado y dónde nos expresamos en libertad, estamos a gusto y somos más espontáneamente lo que personalmente somos. Si alguien nos dice “voy a ir a tu casa” significa que esa persona es cercana, amiga, que la sentimos parte de nuestra familia. El Maestro se toma esa  confianza con Zaqueo aunque no lo conocía.
Zaqueo, al parecer, no conocía a Jesús y tenía interés, por lo menos, en verlo. No sé si pensaba encontrase más personalmente con él. Zaqueo es publicano y jefe de ellos. Significa que es considerado pecador y que no es una persona bien vista. Pero quería conocer al Maestro.
Las motivaciones del Maestro para encontrase con él en su casa las vemos al final de la lectura  evangelio: Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y salvar lo que estaba perdido”. Jesús es consciente de quién es este hombre y en razón de ello es que quiere encontrarse con él. No es un error, ni actúa por desconocimiento, sabe con quién se va a encontrar, conoce su vida y conoce la necesidad de este hombre de encontrarse con Dios.
Es calve la actitud de Zaqueo y su acogida a la improvisada autoinvitación de Jesús para ir  su casa. La alegría que muestra y las nuevas actitudes que asume dan a entender que ha abierto las puertas de su casa y de su vida a Dios y asume nuevas actitudes y forma de vida. Por otra parte la actitud de Jesús, Rostro de la Misericordia del Padre, es la misericordia de Dios hecha presente aún antes de que ser solicitada. Es ejemplar, también, el cambio de vida de quien solicita el perdón y la misericordia. No basta con saber que Él siempre me perdona, el perdón que se pide es necesario acompañarlo de nuevas actitudes: “Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le doy cuatro veces más”. El cambio de vida y las nuevas actitudes son constituyentes del mismo acto de pedir la misericordia y el perdón y lo hacen efectivo en la vida del creyente. Abrir la puerta de mi casa y ordenarla es el camino para recibir el perdón.
Abrir las puertas de mi casa. Dios me las abre desde su misericordia y me acoge aunque estaba perdido. Él nunca cierra la puerta del perdón, de la misericordia. Hasta el extremo de invitarse a mi propia casa, como lo hace Jesús. Por otra parte, Zaqueo quiere ver a Jesús y abre las puertas de su casa para que Dios pueda entrar y arregla su casa para que en ella se muestre la presencia de Dios a quien ha acogido. No hay cogida de Dios sin  nuevas actitudes y nueva conducta que nace del perdón recibido.
Dios, con su puerta siempre abierta nos espera. Lo resalta, insistentemente en este domingo, la primera lectura: Tú te compadeces de Todos… Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has creado.. Tú eres indulgente con todos..  No perdamos la confianza la puerta de Dios está siempre abierta; las puertas de nuestra casa  podemos abrirlas hoy día. Saludos.

    P. Esteban Merino Gómez, sdb.

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