MINUTO
DOMINICAL


“¡Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo¡”
Ciclo “B” -
Evangelio de San Mateo 28, 16-20




Este domingo, concluido Tiempo Pascual, nos presenta una síntesis
de nuestra Fe. Fe confesada, proclamada,
orada, testimoniada, compartida, anunciada de forma misionera. Fe universal y
de mi comunidad. Mi fe. Nuestra Fe. Nuestra fe que se confiesa viviéndola, se revitaliza
confesando los pecados, se hace alabanza en toda celebración, y compromiso
misionero de anunciar su presencia en el mundo y en la historia: Vayan, pues, y
hagan que todos los pueblos
sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir
todo lo que yo les he encomendado a ustedes.
Gloria al Padre: que escucha, que acompaña a su pueblo en la historia, que lo libera y lo salva con el envío de su
Hijo. Padre, Abbá, que perdona, que nos espera como al hijo pródigo, al mayor y
a menor; que sigue esperando a quien no quiso entrar en la
fiesta y que se alejó de la casa del Padre. Padre creador, que ha puesto la tarea de la
ecología y de la economía de los bienes de la tierra en nuestras manos. Padre
de todos los pueblos, que aunque le pongamos nombres diferentes no nos autoriza
matar o dañar en su nombre. Padre que invita a compartir la tierra y la historia.
Padre del sufriente, de quien vive en la
frontera. Padre misericordioso
Gloria al Hijo: Cristo el Señor. El Hijo que se hizo siervo en el sufrimiento y
aprendió, en su cuerpo, nuestro camino humano, nuestros pasos y siguió nuestras
huellas en su cuerpo como hombre. Maestro que hizo de su vida el mensaje y de su
palabra la propuesta para un camino para sus seguidores. Guía, siempre cercano,
como lo hizo con los discípulos de Emaús, en las alegrías y en las tristezas,
en los éxitos y en los fracasos. Médico espiritual y físico, porque tomó sobre
sí nuestro sufrimiento. Hijo Nacido humilde
para hacerse cercano a cada uno de nosotros, hijo de María, mujer
sencilla de Israel, pobre, peregrino de la Palabra por las tierras de su
Pueblo, hombre fiel y leal, tranparente para enseñarnos a ser Hijos, Hermanos y
Señores. El Hijo, Hombre de las parábolas, de la bendición a los niños y a los
enfermos, de las Palabras exigentes de juicio duro para los poderosos y los
ricos, y de palabra de misericordia para la mujer pecadora. Hombre, Hijo de
Dios, que ha vencido a la muerte y nos ofrece hacer el mismo camino. Y está
esperándonos.
Gloria al Espíritu Santo: en cuyo tiempo vivimos, como animador de la fe de la Iglesia, de la comunidad
y de la experiencia de vida de cada
discípulo. Espíritu que ora en nosotros. Espíritu de libertad para el bien, de fuerza
para el compromiso, de interioridad para reconoce el pecado. Espíritu
de filiación por la adopción de Hijos de Dios, que da la confianza para
reconocer el pecado y acudir a Dios Padre. Espíritu que ora en nosotros: Abbá.
Espíritu que testimonia en nosotros, aún cuando no sabemos qué decir. Espíritu que
nos congrega en comunidad, que nos abre nuestro corazón para ayudarnos a escuchar
la Palabra de Dios, que nos hace Iglesia
y nos mueve a dar fruto como tierra buena, campo de Dios, en la que su Hijo ha sembrado la semilla del Reino.
Esta es nuestra fe que proclamamos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Saludos.

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