“¡Puertas abiertas¡”
25
de Agosto de 2013. Domingo 21° Tiempo
Ordinario.
Ciclo C – Evangelio de San Lucas 13, 22-30
¡La puerta está abierta, podemos entrar¡ El Maestro nos invitó: traten de entrar,… pero, ¿Dónde queremos entrar?
¿A qué espectáculo, ocasión, o lugar, .. tratamos de entrar? ¿Estamos
interesados o preocupados por entrar? Vendrán muchos de Oriente
y Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de
Dios. La invitación es masiva y
los reunidos una muchedumbre de todos los pueblos. Es una convocatoria
universal y el evento es el Reino de Dios, es decir, su gran proyecto para la
historia y para toda la humanidad.
¡La puerta está abierta¡ Pero solamente está abierta un tiempo limitado.
Luego se cerrará. Traten de entrar por la puerta estrecha, porque, les aseguro
que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. La puerta
aparece como “estrecha”. Es la primera característica de esta puerta y a la vez
su dificultad: muchos
pretenderán entrar y no podrán. La dificultad es porque mucha gente
trata de entra a la vez? O tal vez
porque muchos no estamos haciendo un verdadero esfuerzo para poder entrar?
Querer entrar no parece un interés real cuando el esfuerzo correspondiente para
lograrlo no se hace efectivo y concreto.
El tiempo en el que la
puerta estará abierta lo determina el dueño de casa. Lo asombroso es que hay muchos
interesados de todos los puntos cardinales, lo que muestra la universalidad de
la invitación de Dios y de su salvación, y que están interesados en entrar. Los
que protestan por no haber encontrado la puerta abierta parecen de los nuestros
y se pondrán a
golpear la puerta, enojados porque no los hayan esperado y presentan
sus supuestos derechos que le validarían su estrada a cualquier hora: Hemos comido y
bebido contigo y has enseñado en nuestras plazas. Confiesan que han escuchados sus palabras y que
han compartido su mesa. Pero no parece suficiente. El rechazo está centrado en
su conducta: ¡Apártense
de mí
todos los que hacen el mal! Las actitudes de cercanía y
amistad, de conocerlo y haberle escuchado tienen que ratificarse en la vida que
llevamos. De los contrario el Señor no nos reconoce y los extraños, los
lejanos, los últimos, estarán antes que nosotros en el Reino de Dios.
¡La puerta está abierta¡ La puerta de la fe (cf. Hch 14, 27).. …
está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral… cuando la persona se decide, de forma adulta a dar el paso en el
camino de la Fe. Atravesar esa puerta supone emprender un
camino que dura toda la vida. Éste camino, es o debe ser mi camino,
mi opción, mi decisión, que empieza con el bautismo (cf. Rm 6, 4),
con el que hemos iniciado, o nos han iniciado en esta apuesta de ser creyentes.
Parafraseando, intencionalmente, la Carta Apostólica Porta Fidei, cruzar esta puerta y emprender mi camino
supone un estilo particular y propio, como discípulo, para hacer de este camino
mi propia opción de vida. No es suficiente haber comido y bebido contigo,… …hay últimos que serán primeros y hay
primeros que serán últimos. Haber
sido llamados los primeros y llegar los últimos, no es cosa de número, de saber
¿Son pocos los
que se salvan? sino de decidirse a tomar en serio el camino en el
que me han iniciado, o a iniciar, personalmente, el camino que se me propone.
¿Son pocos los que se salvan? Jesús no responde al planteamiento numérico sino
que plantea una propuesta concreta y exigente: traten de entrar por la puerta
estrecha. ¡Puertas abiertas¡ ¿Se decide a entra?. Saludos.
P.
Esteban Merino Gómez, sdb.

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