8/17/2013

MINUTO DOMINICAL "¡ Incendio! "




 “¡Incendio¡” 





18 de Agosto de 2013.  Domingo 20° Tiempo Ordinario.      Ciclo C –  Evangelio de San Lucas 12, 49-53

¡Incendio¡ grito alguien. ¡Se quema la casa¡ ¿Se quema la Iglesia¡ Todos corrieron a poner remedio. A buscar auxilio, a buscar agua, a avisar a los bomberos¡ ¡Es mi casa la que está ardiendo¡ ¡Es mi Iglesia¡¡Cómo no voy a preocuparme¡ ¿Está ardiendo la Iglesia? ¿Quién o qué la ha incendiado? ¿Dejaremos que se queme? ¿Qué cosa nos está quemando que hace arder nuestra Iglesia? ¿Qué quema la Iglesia, mi Iglesia? ¿Es el propio Jesús, el Maestro quien la quema? ¿Por qué la quemaría?

Pero escuchemos: Jesús dijo a sus discípulos: «He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya hubiera prendido! Y reafirma su propuesta: «¿Creen que estoy aquí para poner paz en la tierra? No, les aseguro, que he venido a traer división. En más de una ocasión vemos como nuestra Iglesia se incendia, o algunos pensarían incendiarla, por escándalos, por nuestros pecados, por ocultamientos, por manipulaciones, por actitudes antievangélicas, por comportamientos personales,.. y los  medios nos acusan frecuentemente, nos los recuerdan y nos critican, duramente  por ello. Sí, también por ello, seguramente el Maestro incendiaría nuestras comunidades y nuestro estilo de vida con fuego purificador. Pero Él quiere incendiar a los creyentes y que el fuego de la Fe: tengo que recibir un  bautismo y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla! , y que en este año  ese fuego, el de la Fe, el fuego del Espíritu, incendie como mística la vida de los creyentes para hacer “presencia histórica creyente” en estos tiempos.

Es tiempo de fuego, de contraste de posiciones, de lucha de ideas, de opciones y claridades, de cobardías y de valentías. Es tiempo de división de aguas y de elegir la corriente por la que deseamos, por decisión propia, navegar. El pluralismo es el corazón de nuestro tiempo. En él cada persona construye su identidad y hace efectivas sus opciones. En este pluralismo se manifiesta el núcleo vital de cada persona, de cada creyente, de cada ciudadano, como libre expresión y contraste de la ciudad plural, pluralista y abierta. Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra. Las opciones tomadas hacen aflorar las diferencias. No todo es igual. No todos tenemos las mismas opciones ni valores. No todos los caminos llegan a las mismas metas ni tienen en su germen dar el mismo fruto. Los contrastes proponen diálogos, generan enfrentamientos, producen divergencias propias del pluralismo y consecuentes con las posturas asumidas.

Y estas divergencias se hacen patentes hasta en nuestra casa, en nuestras familias. No tiene el Maestro como objetivo dividirlas, no quiere producir resquemores, ni odios entre mostros, pero sí, es un fuerte llamado a la coherencia, a la fidelidad a nosotros mismos, a nuestras ideas, a nuestras opciones, manifestadas públicamente, en una ciudad plural y pluralista, vividas personalmente como opción espiritual y ética, manifestadas externamente en cuantos ámbitos y areópagos yo estime  necesario y conveniente, publicadas y propuestas  por todos los medios vigentes, propuestas  a nuestra sociedad y manifestadas como aporte para la convivencia social, y buscando de la levadura del evangelio fermente los contextos y expresiones culturales de una sociedad abierta y dialogante.

Tienes el fuego del Maestro. Tu antorcha está encendida en su Pascua y de este fuego vive tu llama del cirio bautismal en el año de la Fe. Haz que tu llama sea relevante, como dice el papa Francisco en la Lumen Fdei: podemos oír la objeción de muchos contemporáneos nuestros. En la época moderna se ha pensado que esa luz podía bastar para las sociedades antiguas, pero que ya no sirve para los tiempos nuevos, para el hombre adulto, ufano de su razón, ávido de explorar el futuro de una nueva forma. Tienen que arder nuestras comunidades. Tenemos que arder los creyentes. ¡Enciende tu antorcha¡ ¡Ilumina¡ Saludos.


                                                            P. Esteban Merino Gómez, sdb







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