8/31/2013

“¡A la ‘mesa’ con el Maestro¡”



MINUTO DOMINICAL
 “¡A la ‘mesa’ con el Maestro¡”

01 de Septiembre de 2013.  Domingo 22° Tiempo Ordinario.     
Ciclo C –  Evangelio de San Lucas 14, 1. 7-14

El Maestro compartía con frecuencia la mesa de la gente y aprovecha esa experiencia para ponernos varios ejemplos y enseñanzas sentado a la mesa de quienes visitaba. Jesús es observador: Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola. Más que una comparación son consejos de vida para los discípulos y la comunidad de San Lucas. Las  situaciones  de vida involucran a los creyentes. Una cuando se es invitado y otra cuando somos dueños de casa y elegimos nuestros invitados. Las dos tareas proponen actitudes  de los discípulos de Jesús. La mesa es un espacio de encuentro familiar, comunitario y universal. Es lugar de encuentro de la familia, de la comunidad y espacio encuentro de amistad.

            Cuando alguien te invite…            En este caso la invitación nos coloca en el contexto preciso de  ser invitados al Reino de Dios, al gran banquete de bodas. Hay que buscar ser invitados. Hay que esforzarse por lograrlo. Pero considerar que me merezco el primer puesto es despreciar a los demás, considerarme superior, valorarme en  exceso y raya en la soberbia. Tú al contrario, cuando te inviten, vete a sentarte en el último puesto. No es tampoco una receta  de falsa humildad para sentirme reconfortado porque, el dueño de casa, El Señor, me valora más que al resto y en presencia de todos los comensales. Suena a falsa modestia o necesidad soberbia de ser destacados delante de los demás. La justa consideración de mi mismo deja  en las manos de Dios la justa consideración y valuación que hará de mi vida.
            El otro ejemplo de vida alrededor de la mesa nos pone en la situación de la vida compartida en la mesa, en la fraternidad de la comunidad de los creyentes y  en la fraternidad de la mesa universal. Por eso que juega tan importante lugar la elección de los invitados, buscarlos, hacerles llegar nuestra propuesta y lograr que tengan su asiento y su puesto en la mesa. La propuesta de Jesús: no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez y tengas ya tu recompensa, nos da el criterio. La gratuidad de la invitación y la imposibilidad de que te devuelvan tu gesto muestra la limpieza de intención que hace excelsa y digna de imitación esta conducta. Y ejemplifica la posible lista invitados: llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos, que nos suelen ser, por cierto, nuestros invitados habituales a nuestra mesa.

            ¡Qué difícil es sentar en nuestra mesa a un extraño¡ ¡Hasta nos cuesta juntarnos a comer en familia¡ ¡Qué difícil es no pretender que nos merecemos el primer puesto¡ Las actitudes en la mesa nos muestran las actitudes  del maestro. ¡Dime con quién comes¡ ¡Dime a que puesto de la mesa aspiras¡ ¡Dime a quien invitas a tu mesa¡ … y te diré que clase de discípulo eres. 



    P. Esteban Merino Gómez, sdb.



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