8/03/2013

MINUTO DOMINICAl



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 “¡Ser rico¡”

img_2500_ch[1]04 de Agosto de 2013.  Domingo 18° Tiempo Ordinario. Ciclo C –  Evangelio de San Lucas 12, 13-21

Desde que el Maestro nos enseñó su oración propia, la oración del Padre Nuestro se convirtió en la oración de nuestro grupo, de los cristianos. Seguimos camino a Jerusalén escuchando sus enseñanzas. Lo acusaban de muchas cosas  y le pedían señales milagrosas, mientras Él denunciaba las actitudes de los fariseos y su hipocresía. Un día uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo.» Con frecuencia los rabinos hacían esta tarea de ser árbitros entre los hermanos por las herencias. Pero el Maestro no es un rabino corriente y no se interesa por esa petición y el rol juez: ¡Hombre! ¿Quién me ha constituido juez o repartidor entre ustedes?.  Mas que ayudarles a repartir su herencia le preocupa cuál es su actitud ante los bienes, ante la riqueza, ante las los bienes matariles, el dinero, las posesiones y su uso.

El Maestro expresa su principio con claridad: «Miren y guárdense de toda codicia, porque, aunque alguien posea abundantes riquezas, éstas no le garantizan la vida.» ¿Hay que ser pobre para ser cristiano? ¿Es imposible ser cristianos si uno es rico? ¿Es lo mismo ser pobre que ser miserable o empobrecido? ¿Son malos los bienes, siendo que ellos son creación de Dios? Ya se planteaba esta pregunta el laico Clemente de Alejandría en el siglo II: ¿Puede el rico salvarse? ¡Pregunta dura¡ No está en discusión la posesión particular de los bienes, y el uso y goce de lo necesario para una vida digna, no solamente es necesario sino que debe exigirse en razón de la dignidad de la persona, y del destino universal de los bienes de la creación para todos. Pareciera, entonces que los bienes son necesarios y que la miseria, el empobrecimiento es un mal para quien lo sufre pues le impide un digno desarrollo personal. Pero a la vez el Maestro previene de algunas actitudes que asumimos frente a las riquezas, que también impiden el digno desarrollo de la persona cuando su misión proyecto de existencia es acumular o deposita en sus bienes la razón y seguridad de su vida.

Su propuesta de relación con los bienes materiales los enfoca con criterios claros: 1. Guárdense de toda codicia. 2 . Abundantes riquezas no garantizan la vida. Y el relato del hombre rico ejemplifica estas actitudes: Voy a demoler mis graneros, edificaré otros más grandes, reuniré allí todo mi trigo y mis bienes y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea.   Ya no se contenta con los bienes necesarios y suficientes sino que acumula, reúne todo lo que puede, considera que tiene lo necesario para muchos años, se siente especialmente seguro y con su vida resulta en todo sentido. Esta actitud de dependencia, de seguridad apoyada en sus bienes materiales, de considerarlos como la solución definitiva de su vida, su seguridad vital, es lo que hace de sus bienes su dios, su punto central de referencia y exclamar: Descansa, come, bebe, banquetea. No importa nada de lo demás, no importa nada de los demás, no importa ningún otro valor.

El maestro invita ser rico: rico a los ojos de Dios. La insensatez del rico radica en dar a los bienes una importancia suprema como solución para su vida, sin comprender la dependencia que de ellos ha llegado a tener. Necesarios lo son. Indispensables en su justa medida para vivir dignamente, lo son. Pero siendo tenidos y poseídos como “quien administra en nombre del Creador y sabe ganarse con ellos el reino de Dios, siendo un administrador justo”, como dicen los padres de la Iglesia, sabiendo que administra lo que no es suyo, y devuelve a cada uno lo que es propio como creación de Dios en el destino universal de los bienes. Ahí entendemos las palabras de Cristo: Guárdense de toda codicia. Las abundantes riquezas no garantizan la vida. La mayor riqueza soy yo. Lo que tengo es para mi uso y realización como persona y discípulo. Saludos. 

                                             P. Esteban Merino Gómez, sdb.

 


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