5/25/2013



MINUTO DOMINICAL
“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo….”

26 de Mayo  de 2013.  Solemnidad de la Santísima Trinidad. Ciclo Anual  “C”  - Evangelio de San Juan  16, 12-15




La gracia de Cristo Jesús, el Señor, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes” (2 Cor 13, 14) Estamos iniciando la Eucaristía con el saludo habitual que nos convoca al iniciar la Cena del Señor. El saludo nos pone en sintonía con la Solemnidad que hoy celebramos: El misterio de la Santísima Trinidad que es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Veneremos un Dios no confundiendo las Personas. Una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo; pero el Padre y del Hijo y del Espíritu Santo uno es Dios, a quien rendimos igual gloria en cada celebración. Cada oración en la Liturgia, en la Eucaristía, la concluimos pidiendo: Por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo, en al unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Oramos lo que creemos y creemos lo que oramos. Cada celebración es una confesión de fe y una alabanza a Dios en quien creemos.

            Jesús en su despedida, sentado a la mesa, en el largo diálogo que cinco capítulos del 13 al 17 del Evangelio de Juan, les revela su relación con el Padre y el Espíritu en la Comunidad de Dios: Cuando venga el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad completa;.. ..Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y se lo explicará a ustedes. Todo lo que tiene el Padre es mío. Su existencia la considera íntima y definitivamente ligada a la del Padre, de quien se  siente compartiéndolo todo, y del Espíritu Santo a quien ve como su voz y explicación de la verdad.

            En el año de la Fe la fiesta de la Santísima Trinidad nos lleva al recuerdo de nuestro bautismo. Sea este recuerdo rememorado por nuestros padres y padrinos, o sea testificado por los recuerdos personales, imborrables, de quienes vivieron con edad suficiente el paso Bautismal y el cruce de la Puerta de la Fe,  siendo conscientes del paso que estaban dando. Ese día escuché las palabra del nacimiento de mi vida cristiana: Vayan, pues, y hagan que  todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,  y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. " (Mt 28, 19-20). Ese día, crucé, cruzaron  conmigo y por mí, la Puerta de la Fe, en nombre de Dios en quien creo. Nos ha recordado en papa emérito Benedicto: «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Éste camino empieza con el bautismo (cf. Rm 6, 4). Profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo– equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Jn 4, 8): el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor.

            Yo profeso esa Fe en Dios Padre, en el Hijo Jesús, en el Espíritu Santo santificador, Y hoy es el día de renovarla y de cruzar la Puerta dando testimonio de la fe recibida, del discipulado asumido. Yo Creo. Saludos.
           

                                                                                       P. Esteban Merino Gómez, sdb. 

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