26 de
Mayo de 2013. Solemnidad de la Santísima Trinidad. Ciclo
Anual “C” - Evangelio de San Juan 16, 12-15
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“La gracia de Cristo Jesús, el Señor,
el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes” (2 Cor
13, 14) Estamos iniciando la Eucaristía con el saludo habitual que nos convoca al
iniciar la Cena del Señor. El saludo nos pone en sintonía con la Solemnidad que
hoy celebramos: El misterio de la Santísima Trinidad que es
el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Veneremos un Dios no
confundiendo las Personas. Una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra
la del Espíritu Santo; pero el Padre y del Hijo y del Espíritu Santo uno es
Dios, a quien rendimos igual gloria en cada celebración. Cada oración en la
Liturgia, en la Eucaristía, la concluimos pidiendo: Por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo, en al unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén. Oramos lo que creemos y creemos lo que oramos. Cada
celebración es una confesión de fe y una alabanza a Dios en quien creemos.
Jesús en su despedida,
sentado a la mesa, en el largo diálogo que cinco capítulos del 13 al 17 del
Evangelio de Juan, les revela su relación con el Padre y el Espíritu en la
Comunidad de Dios: Cuando
venga el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad completa;.. ..Él me
dará gloria, porque recibirá de lo mío y se lo explicará a ustedes. Todo lo que
tiene el Padre es mío. Su existencia la considera íntima y definitivamente
ligada a la del Padre, de quien se
siente compartiéndolo todo, y del Espíritu Santo a quien ve como su voz
y explicación de la verdad.
En
el año de la Fe la fiesta de la Santísima Trinidad nos lleva al recuerdo de
nuestro bautismo. Sea este recuerdo rememorado por nuestros padres y padrinos,
o sea testificado por los recuerdos personales, imborrables, de quienes
vivieron con edad suficiente el paso Bautismal y el cruce de la Puerta de la
Fe, siendo conscientes del paso que
estaban dando. Ese día escuché las palabra del nacimiento de mi vida cristiana:
Vayan, pues,
y hagan que todos los pueblos sean mis
discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, y enséñenles a cumplir todo lo
que yo les he encomendado a ustedes. " (Mt 28, 19-20). Ese día,
crucé, cruzaron conmigo y por mí, la
Puerta de la Fe, en nombre de Dios en quien creo. Nos ha recordado en papa
emérito Benedicto: «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que
introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia,
está siempre abierta para nosotros. Éste camino empieza con el bautismo (cf. Rm
6, 4). Profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo– equivale a
creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Jn 4, 8): el Padre, que en la
plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que
en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo,
que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso
del Señor.
Yo
profeso esa Fe en Dios Padre, en el Hijo Jesús, en el Espíritu Santo
santificador, Y hoy es el día de renovarla y de cruzar la Puerta dando
testimonio de la fe recibida, del discipulado asumido. Yo
Creo. Saludos.
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