MINUTO
DOMINICAL
“Vete,.. y comienza de nuevo”
Nos quedan 10 días. La cuaresma apunta
hacia la Semana Santa en el 5° Domingo penitencial. Es San Juan nuestro
Guía en este Domingo. Un pecador público, un despreciado y marginado ha sido
pillado en su pecado. Los más conocedores de
las normas morales, escribas y fariseos la llevan ante Jesús. Encima es
una mujer y sorprendida en adulterio, pecado que en Israel no pude cometer un
varón, pues él está por encima de esa exigencia. «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos
mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» El Maestro
no es amigo de condenar, menos a
aquellos que la historia y los poderosos
han condenado tantas veces.
San Juan, como testigo y redactor
del Evangelio, hace un juicio sobre la situación: Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero al Maestro
no se le engaña ni engatusa fácilmente. Hace silencio. Todos están
deseando escuchar la sentencia habitual
para participar en el escarnio y espectáculo de una lapidación. Jesús inclinándose
de nuevo, escribía en la tierra. Tal vez se refería Isaías 17, 3: Señor, esperanza de Israel, los que te traicionan
serán confundidos. Los que se rebelan serán borrados del país, porque
abandonaron el manantial de agua viva. Es la
primera enseñanza, antes que condenar a
otro su pecado es necesario asumir la propia falta delante de Dios. Todos se
fueron apartando, y dejando sus piedras en el suelo, se marcharon. Acusar a
otros delante de Dios es como solicitar que Él nos recuerde nuestras propias
faltas.
Jesús no encabezó la lapidación, si
es lo que esperaban, ni tomo una piedra y se unió al grupo. Jesús se incorporó y le dijo: «Mujer,
¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Se levanta y la mira
fijamente. No pide explicaciones. No necesita un reconocimiento del pecado.
Conoce en el corazón y ya ha visto la actitud interior de arrepentimiento. Su
pregunta es para defenderla más que para condenarla: ¿Nadie te ha condenado?». Recuerda la
ley de lapidación que solicitaban los
escribas y fariseos. El juicio de Jesús no es indiferente al pecado
cometido, y no olvida el de esta mujer, y asume su necesidad de cambio. No la
perdona para que siga igual y no espera que siga en la misma actitud o
conducta. La mirada de Jesús mira al futuro, espera el cambio, y le propone y
le da el perdón para iniciar un nuevo camino.
«Tampoco
yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.». Le tiende su
mano, como muestra la foto, le ayuda a ponerse de pie y la invita a caminar. Dejando el pasado el perdón invita
a iniciar una nueva vida dejando en el olvido el pasado.
Vete,.. y
comienza de nuevo, te han perdonado. Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.
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