3/16/2013



MINUTO DOMINICAL
“Vete,.. y comienza de nuevo”

17 de Marzo de 2013.  5° Domingo de Cuaresma. Ciclo Anual  “C”   -   Evangelio de San Juan  8, 1-11

  Nos quedan 10 días. La cuaresma  apunta  hacia la Semana Santa en el 5° Domingo penitencial. Es San Juan nuestro Guía en este Domingo. Un pecador público, un despreciado y marginado ha sido pillado en su pecado. Los más conocedores de  las normas morales, escribas y fariseos la llevan ante Jesús. Encima es una mujer y sorprendida en adulterio, pecado que en Israel no pude cometer un varón, pues él está por encima de esa exigencia. «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» El Maestro no  es amigo de condenar, menos a aquellos que la historia y los poderosos  han condenado tantas veces.

            San Juan, como testigo y redactor del Evangelio, hace un juicio sobre la situación: Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero al Maestro no se le engaña ni engatusa fácilmente. Hace silencio. Todos están deseando  escuchar la sentencia habitual para participar en el escarnio y espectáculo de una lapidación. Jesús inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Tal vez se refería  Isaías 17, 3: Señor, esperanza de Israel, los que te traicionan serán confundidos. Los que se rebelan serán borrados del país, porque abandonaron el manantial de agua viva. Es la primera enseñanza, antes  que condenar a otro su pecado es necesario asumir la propia falta delante de Dios. Todos se fueron apartando, y dejando sus piedras en el suelo, se marcharon. Acusar a otros delante de Dios es como solicitar que Él nos recuerde nuestras propias faltas.

            Jesús no encabezó la lapidación, si es lo que esperaban, ni tomo una piedra y se unió al grupo. Jesús se incorporó y le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Se levanta y la mira fijamente. No pide explicaciones. No necesita un reconocimiento del pecado. Conoce en el corazón y ya ha visto la actitud interior de arrepentimiento. Su pregunta es para defenderla más que para condenarla: ¿Nadie te ha condenado?». Recuerda la ley de lapidación que solicitaban los  escribas y fariseos. El juicio de Jesús no es indiferente al pecado cometido, y no olvida el de esta mujer, y asume su necesidad de cambio. No la perdona para que siga igual y no espera que siga en la misma actitud o conducta. La mirada de Jesús mira al futuro, espera el cambio, y le propone y le da el perdón para iniciar un nuevo camino.  «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.». Le tiende su mano, como muestra la foto, le ayuda a ponerse de pie y la invita  a caminar. Dejando el pasado el perdón invita a iniciar una nueva vida dejando en el olvido el pasado.

Vete,.. y comienza de nuevo, te han perdonado. Saludos.

           

P. Esteban Merino Gómez, sdb.

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