MINUTO
DOMINICAL
“Un Signo en una fiesta”
20 de Enero de 2013.
Segundo Domingo de Durante el Año. Ciclo Anual
“C”
Evangelio de San
Juan 2, 1-11
Iniciando
el año litúrgico, hoy es el Segundo
Domingo del Tiempo Ordinario, el evangelio dominical nos recuerda los inicios
de la Misión de Jesús. Aunque en este Ciclo “C” el Evangelio Dominical es
tomado de San Lucas, nos abre la puerta, después del Bautismo de Jesús, un
texto sacado de San Juan. Es el Primero
de los Siete Signos, San Juan no habla de milagros, sino de Signos que son
verificación de la presencia el Reino en Jesús, de que el Reino de Dios, ha
llegado. El Primero es la presencia y Signo en la Fiesta de las Bodas de una
familia de Caná de Galilea.
No
se nos cuenta en la Biblia, como era una fiesta de Bodas, o Matrimonio, en
Israel. Se hace con frecuencia mención, a la petición de la novia por parte de
la familia del novio y fijación de la dote, o a la procesión de “conducción” de
la Novia la casa del Novio y a los días de fiesta, a los cantos propios de la
fiesta,.. etc.. Era una fiesta que se realizaba en la casa y no en la Sinagoga
judía ni en el Templo de Jerusalén. En los Esponsales, partición de matrimonio,
la esposa prometida, vuelve a su casa hasta que el esposo va a buscarla,
procesionalmente, acompañado pos sus amigos, con cantos y alegría; la novia lo
espera, con sus amigas, con la lámparas encendidas, como nos recuerda la
parábola, entran a la fiesta, que solía durar una semana. Luego el esposo se la
lleva a su casa a iniciar juntos la vida matrimonial.
¿Recuerda
Ud. su fiesta de su matrimonio, o la fiesta de Bautismo de sus hijos, o de su
Confirmación? ¿Se acuerda más de la Fiesta o de la celebración Sacramental?
San
Juan hace de este relato el Primer Signo de Jesús. No se nos dice el nombre de
los novios, ni a la familia a la que pertenecen. No son los importantes. El
verdadero matrimonio del que se habla es el de Dios con Israel. La fiesta se
celebra porque Dios, Cristo, el Esposo ha llegado. Se ha agotado el vino añejo,
de la Ley, de lo antiguo y ha llegado el Vino nuevo, que es el Maestro. Hay
seis tinajas, falta una para la perfección. Será Jesús, la séptima y definitiva
de donde se saque el Vino Nuevo. La madre de Jesús abre el camino para la
Manifestación de su Hijo, El Esposo, que al final, trae le Vino Bueno. Es vino
abundante y de excelente calidad, que sustituye al agua de las purificaciones;
es el símbolo de la gran fiesta mesiánica que da comienzo con la presencia de
Jesús en la historia. Su gloria comienza
a manifestarse y se hará plena cuando llegue su hora, en su muerte y
glorificación definitiva. Los discípulos comprendieron el signo, lo reconocen y
confiesan su fe en Él. Israel ya no será la esposa “abandonada”, “devastada”
sino aquélla a quien Dios ama: “mi deleite”, “la esposada”, como dice el
profeta Isaías.
Es
la fiesta de Dios. Es su Vino el que se nos ofrece. Pero muchos, aunque
invitados, no entramos a la fiesta y no vivimos la alegría del Vino Nuevo. Nos
quedamos a la puerta, con la vela apagada como las doncellas necias, con
nuestro montón de tinajas llenas de agua, pasados por agua por nuestra
inconsistencia bautismal, y sin la alegría que da Dios en Fiesta. La fiesta de
Dios viene, ha venido, está viniendo. Usted está invitado. ¡Entrará a la Fiesta¡. Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.

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