“UN CAMELLO MUY CARGADO”
Evangelio de San Marcos 10, 17-30
Era un judío observante, y en la conversación Jesús le recordó los mandamientos de la ley: Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.. ..él respondió afirmando que desde joven los cumplía. Era simpático y agradó al Maestro su espontaneidad y trasparencia. Nos dimos cuenta que el Maestro sintonizó con él y fijando en él su mirada, le tomó cariño. Y le hizo la propuesta de la que siempre nos hablaba a nosotros en la casa y por el camino: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.» Su reacción nos sorprendió a todos y al ver la caravana de camellos entendimos la razón: se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.
El Maestro nos miró y comentó: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!». Todos nos dimos cuenta. Era verdad. Iba demasiado cargado, lleno de cosas, lleno de riquezas, su paso era lento y hasta obstruía la calle, llevaba demasiada carga para seguir al Maestro. Me hizo recordar lo que en la misa, dos domingos atrás, preguntó un fiel frente a la lectura de la carta del Apóstol Santiago (Carta de Sant 5, 1-6) pregunta que se había hecho ya un gran laico cristiano Clemente de Alejandría en el siglo III (año 211): ¿Pueden los ricos salvarse?. El Maestro hace de esta pregunta una pequeña y difícil comparación: Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.» ¡Imposible, dicen los discípulos¡ ¡Imposible pensamos nosotros¡ Para entender la comparación algunos biblistas nos dicen que en Jerusalén existe una puerta estrecha a través de la cual pasan los camellos, con dificultad, después de ser descargados, es la puerta más pequeña que se utiliza para no tener todo el día abierto el portón grande. Otros opinan que la palabra traducida como camello (griego: kámelon) realmente debe ser traducida como cuerda (griego: kámilon). Las palabras son similares. Lo que está claro es que Jesús plantea una dura exigencia con respecto a las riquezas para seguirlo. El camello difícilmente pasará por esa pequeña puerta. Con una gruesa cuerda difícilmente se podrá enhebrar una aguja. Hay que pensarlo para seguir al Maestro, lo que hay que llevar y lo que hay que dejar. Por eso los discípulos le preguntan de nuevo: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»

P. Esteban Merino Gómez, sdb.

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