10/26/2012

MINUTO DOMINICAL
“ Maestro: ¡Que yo vea ¡”

28 de Octubre de 2012. Domingo 30° del Tiempo  Ordinario –  Ciclo Anual “B”   
Evangelio de San  Marcos   10, 46-52



Maestro: ¡Qué yo vea¡
Voy saliendo de la ciudad, de mi ciudad,
te oí pasar, los 12 van contigo,
 hay una gran multitud,
muchedumbre ruidosa, cantos, bombos, ruidos,..
televisores, teléfonos, música, gritos, batucada, elecciones, datos, candidatos,..
Maestro: ¡Qué yo vea¡

Yo estoy al lado del camino, soy Bartimeo
y temeroso levanto la cabeza;
busco el sonido; distingo voces,…
voces seguras, voces pausadas, alientos cansados por el camino, voces angustiosas y angustiadas,..
Estoy al lado del camino.
Maestro: ¡Qué yo vea¡

Sin ver, dirijo mi mirada hacia las voces,
una destaca sonora, prístina, clara,
con autoridad y bondad, con ternura y firmeza,..
era TÚ VOZ…
Maestro: ¡Qué yo vea¡

Soy, el que no tiene nombre,
soy solo Bar-Timeo, el hijo de Timeo, el hijo “del inmundo”, o tal vez “del altamente estimado”,
por eso me inclino hasta el polvo, oculto el rostro, me inclino hasta tocar la tierra,
de mi tierra de pecado,..
 Y TÚ, pasabas por el camino,..
Maestro: ¡Qué yo vea¡

Pero tu conoces mi nombre:
¡Llámenlo¡- les dijiste,
y era por mí, “el inmundo”, al lado del camino,
ciego por mi pecado, decían los judíos,
¡Ánimo, levántate¡ Él te Llama, Escuché decir.
Y Salté hacia ti.
Maestro: ¡Qué yo vea¡

Me paré ante Ti, sin verte, pero viéndote,
Sentí que me hablaste personalmente:
¿Qué quieres que haga por ti?
¡Qué pedirte, Señor, sino lo que da nombre a mi vida¡: ciego Señor, ciego, soy ciego.
Maestro: ¡Qué yo vea¡

Maestro: ¡Qué yo vea¡
Al lado del camino, con mis cegueras,
con mis pecados y miedos,
con las faltas y culpas de mi iglesia,
con los escándalos y tropiezos,
con las deserciones y desánimos.
Maestro: ¡Qué yo vea¡

Como ciego lanzo mi grito:
¡Jesús hijo de David, ten piedad de mí¡
Ten piedad de tu rebaño,
Cuida tu iglesia, como los doce
somos ciegos guiando a otros ciegos.
Maestro: ¡Qué yo vea¡

Y viéndote ya cara a cara,
por la vista recobrada,
tus ojos serenos, sin juicios ni reproches,
ni enojados ni airados,
como colirio que limpia la mirada,
te pido a pesar de mis pecados:
Maestro: ¡Qué yo vea¡

¡Maestro¡: mira al lado del camino
allí estoy Yo: Bartimeo.
¡Aumenta mi fe¡ ¡Anima mi camino¡
Enseguida comenzó a ver
 y lo siguió por el camino.
Que aprenda yo a seguirte,
como el “inmundo” o “altamente estimado”,
yo, que vivo en el camino,
saliendo de mi ciudad,
me voy contigo en el camino.
Maestro: ¡Qué yo vea¡
Amén


P. Esteban Merino Gómez, sdb.

No hay comentarios: