“La herencia del Maestro”
Evangelio de San Juan 14, 15-21
Después que el Maestro vivió la experiencia de su muerte y resurrección
y que lo vimos, reiteradamente, resucitado comenzamos a juntarnos los 11
con la Madre del Maestro e iniciamos una
nueva etapa. Nos juntábamos en Jerusalén rememorando lo que habíamos vivido con
el Maestro. Recordábamos con frecuencia sus últimas palabras durante la última
cena y su larga despedida.
Si me amán, guardarán mis mandamientos.
La herencia que nos dejó
el Maestro, en esa larga despedida, fue el mandamiento central que nos propuso
como distintivo de la comunidad. El que recibe mis mandamientos y los cumple, ése es el que
me ama. El criterio de relaciones en la Comunidad y el criterio de
vida de los discípulos es esta nueva relación y trato entre nosotros, en la
comunidad y con todos. San Pedro pone un ejemplo concreto es estas actitudes: estén
siempre dispuestos para dar una respuesta a quien les pida cuenta de su esperanza, pero háganlo con sencillez y
deferencia, sabiendo que tienen la conciencia limpia. De este modo, si
alguien los acusa, la vergüenza será
para aquellos que calumnian la vida
recta de los cristianos. Es mejor sufrir por hacer el bien, si tal es la
voluntad de Dios, que por hacer el mal. (Cfr.
1 Pe 3, 15-17) El testimonio del amor concreto y en actitudes
prácticas es bien concreto.
El
Maestro nos sorprendió y nos motivo cuando en su despedida nos dijo que
oraría por nosotros: yo rogaré al Padre y Él les dará otro Paráclito, para que
esté siempre con ustedes: el Espíritu de la verdad. En ese momento,
en la despedida de la última cena, estas palabras nos resultaron
incomprensibles y extrañas pues no pensábamos seriamente en la partida del
Maestro y cómo nos plantearíamos nuestro camino en su ausencia. Él ya lo había
previsto: No los
dejaré huérfanos. Y en realidad, después de su partida, nos
sentíamos solos en una Jerusalén judía, en un Corinto pagano con su puerto
multirracial, en una Roma centro del imperio,… Nos sentíamos solos. Las
palabras del Maestro cobraron nueva vida en este nuevo contexto y en la
realidad cotidiana de experimentábamos: Aquel día comprenderán que Yo estoy en mi Padre y ustedes en
mí y Yo en ustedes. Ahí
descubrimos esta realidad cierta Yo estoy en ustedes. Y por los caminos de Pablo en
Asia y el Mediterráneo, de Pedro en Roma, de Felipe en Samaria, de Juan en Turquía
y Asia Menor, de Santiago en Jerusalén, de Tomás en India,.. Tú estás con
nosotros. En el Finis Terrae del Mundo: Puna Arenas (Chile) con el lema: Deus
ab austro veniet (Dios viene desde el sur), hasta Canadá, o desde Isla de
Pascua hasta Australia: Yo estoy en ustedes. Yo vivo y también ustedes vivirán.
Y partió al Padre y su herencia es
la que nos anima en todos los rincones
del mundo: al
Padre les dará otro Paráclito, para que esté siempre con ustedes: el Espíritu
de la verdad. Es el defensor, consolador, animador, maestro,
protector, iluminador,… para
dar una respuesta a quien les pida cuenta
de su esperanza. Como lo está haciendo este fin de semana el Papa Francisco
en Jordania, Palestina e Israel con el lema: ¡Qué sean uno¡ Como se ve en el
logo del viaje (en latín y griego) en la foto que hoy acompañamos, a quien nos
unimos con nuestra oración. ¡Que el
Espíritu Santo anime en nosotros la herencia del Maestro¡. Saludos
P. Esteban
Merino Gómez, sdb.
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