11/09/2013



MINUTO DOMINICAL
 “Esperanza de vida nueva”

img_2500_ch[1]10 de Noviembre de 2013.  
Domingo 32° Tiempo Ordinario.
Ciclo C –  Evangelio de San Lucas 20, 27-38

Queremos vivir. Queremos vivir mejor. Queremos vivir para siempre. Y mientras, estamos en camino, experimentamos los temores, la muerte, los fracasos. Pero, ¡queremos vivir¡. Otros niegan la esperanza. Niegan que haya más vida: algunos de los saduceos, los que sostienen que no hay resurrección. Tal vez es el mensaje más distintico del mensaje de Jesús, aunque a algunos de nosotros, los discípulos, no siempre se nos nota: la esperanza; la esperanza  en una vida nueva. Vida nueva que iluminó nuestra vida desde el momento en el que encendimos, o encendieron para nosotros  la gran esperanza de la luz en Cristo Resucitado. Y luego la tarea es caminar en la esperanza. Aunque haya cansancio, aunque pasen los años, aunque haya martirios que vivir, y hasta siete hombres con quien casarse (Sic¡¡¡). Los siete matrimonios de esta mujer es casi una anécdota de la cultura judía para considerar, casi como ridículo, la vida de esta viuda y considerar absurda la resurrección. Pero Él No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven.» Ese es el gran testimonio vital del Resucitado.

Estamos terminando el año litúrgico. Los domingos finales del año litúrgico (hasta el 24 de Noviembre, este año) son los domingos de la esperanza. Expresados, en alguno de los evangelios, con la tensión de las señales y relatos apocalípticos como revelación de la esperanza definitiva. ¡Hay esperanza¡ El Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven. ¡Todos viven¡ ¡Todos vivimos¡ Y esperamos la vida nueva, a ejemplo del Maestro. ¡El Resucitado¡ El Alfa y el Omega, que vemos en el Cirio Pascual y del cual estos jóvenes y adultos, llevan la luz roja de la llama del Espíritu con la fuerza del renacer pascual y la tarea de la esperanza, porque para él todos viven.

Y esa es la tarea y el significado más profundo de nuestra vida: no perder la esperanza y vivir resucitando, vivir como resucitados. Y enfrentarnos a nuestra propia historia como vencedores, esperanzados y seguros de resucitar, por el Maestro ya lo ha logrado y ha verificado el final de esta historia a que nos espera. ¡Vivir resucitando¡ ¡Vivir con Vida Nueva¡ Compartir la esperanza y proclamar la vida nueva que esperamos.  Saludos

                                                                      P. Esteban Merino Gómez, sdb.

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