“La alegría de la Misericordia”
11 de Septiembre de 2016 – 24° Domingo Ordinario
Ciclo Dominical “C” – San Lucas 15, 1-32
Baja enseguida, porque tu pueblo,.. se ha pervertido. El pecado del pueblo de Israel en su camino del
éxodo es la antesala del Capítulo 15 de Lucas, en este domingo, en el año de la Misericordia, en el tiempo del Jubileo
de la Misericordia. El Señor ve la conducta de su pueblo y se lo hace ver a
Moisés que intercede por el pueblo. Este pueblo es un pueblo obstinado. Déjame obrar: .. los
exterminaré y de ti, en cambio, suscitaré una gran nación.
Que
diferente es la actuación del Padre Dios en las parábolas de la misericordia en
Lucas 15: la oveja perdida, la moneda perdida y el monumento a la misericordia:
el hijo pródigo. El Dios Padre de Jesús, es el Dios Padre de la justicia, es el
Dios Padre de la Misericordia. Es otra forma muy diferente de enfrentar al
pecador y de llamarlo al reencuentro con Él en la Misericordia.
El
Dios de Jesús quiere dar alegrías y no castigos. El motivo de las parábolas lucanas de este capítulo es la
crítica, repetida en varios evangelios, que hacen los más religiosos y
conocedores de la ley, sobre las actitudes de Jesús. Todos los publicanos y pecadores se
aceraban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban
diciendo: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”. Su
crítica se centra en la actitud central que es el corazón de la misericordia
como luego veremos que relata del corazón de padre: su padre lo vio y se conmovió. En
sus entrañas, como una madre, sintió su dolor y pérdida y posterior acogida del hijo que se había ido. No es el
pensamiento, el deseo, la actitud de castigo.
Un
hombre es el protagonista de la primera parábola: Si alguien tiene cien ovejas y pierde una.
Las noventa y nueve no son lo más importante. La número cien es la que le exige
hacer algo diferente. Ir a buscarla.
Encontrarla y traerla de vuelta. Y sobre todo vivir la alegría de Dios por el
reencuentro:
Alégrense conmigo porque encontré la oveja que se me había
perdido. Una mujer es la
protagonista de la segunda parábola. También ella ha perdido algo. Si una mujer
tiene diez monedas y pierde una, ¿no enciende la lámpara, barre la casa y busca
hasta encontrarla? Hombre o mujer, cuando algo importante se pierde,
como es valioso, hay que actuar, buscar, barre, ..hay que encontrarlo. Y cuando sucede
se vive la alegría de encontrar lo perdido: Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo
pecador que se convierte. La conversión del pecador es la alegría de
Dios.
La
tercera parábola es la del Padre. El
padre que espera y que representa el corazón de Dios. El hijo ha perdido todo lo
suyo. Se ha ido lejos. Su vida se ha perdido en el camino. Sus carencias le
hacen pensar en la casa del padre que ha perdido. Es mejor volver y asumir su
pecado aunque se pierda la inicial categoría de hijo y pase a ser un
trabajador. Por su parte el Padre no deja de esperar la vuelta. Y cuando lo ve
a lo lejos la misericordia llena su corazón paterno-materno: su padre lo vio
y se conmovió profundamente y corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
Las entrañas de Padre afloran con la misericordia. Y aunque el hermano no está
muy conforme la fiesta muestra la alegría de Dios por el hijo reencontrado. Es justo que
haya fiesta y alegría, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la
vida, estaba perdido y ha sido encontrado. Y el Padre lo ha
encontrado y la casa sigue abierta con el perdón y el anillo de la filiación
recuperada. Dios
es Misericordia. El nombre de Dos es Misericordia. Está a nuestro
alcance vivir esta misericordia en este año y darla a nuestros hermanos.
Saludos
P. Esteban Merino Gómez, sdb.

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