“Cristo alimento de los fieles”
16 de Agosto de 2015 – Domingo 20° del Tiempo Ordinario – Evangelio de San Juan 6, 51-59
16 de Agosto de 2015 – Domingo 20° del Tiempo Ordinario – Evangelio de San Juan 6, 51-59
La
discusión sobre el pan continúa. La profundidad con la que el Maestro habla
hace que lleguen a pensar en algo muy distinto como la antropofagia o algún
rito imposible de asumir como, en ocasiones culparon en Roma años después a los
cristianos, de sacrificios cruentos humanos. Jesús se refería a su persona y en
los gestos nuevos en la Cena de la Pascua Judía, que compartirá con sus
discípulos, lo hace pleno y significativo con los signos de pan y vino. Yo soy el pan vivo
que ha bajado del cielo. El que coma de
este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré
para la vida del mundo. Insiste en el origen diferente de este Pan y
el contenido muy diverso al pan del mamá que los judíos se empeñan en recordar.
En verdad les digo
que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen
vida en ustedes. ..El que come mi carne
y bebe mi sangre vive de vida eterna, y
yo lo resucitaré el último día. El discurso hace clara referencia a
una Comida, comida común, comunitaria, que es el centro de unión y alimento
para todos los discípulos. Esta comida
pide y da Comunión con el Maestro y entre todos los reunidos a la Mesa. Esta
Comida es solidaria; a ella se lleva la solidaridad de los panes y los peces que
cada uno puede ofrecer y se recibe un aliento nuevo. Comida y bebida
identifican uno de los actos humanos más cotidianos y más significativos:
sentarse a la Mesa con alguien y hacerse parte unos de otros con lo compartido,
en la Palabra, en la respuesta y diálogo, en la Oración, y en el compartir y comunión de vida. El
motivo de esta Comida es dar Gracias, celebrar que el Maestro vive, vive para
siempre, que ha resucitado, que es y da Vida nueva y hace permanecer en unidad
con Él.
La
nueva Vida, es Vida que transciende, que supera lo humano y finito, que es
puerta nueva para transcenderse a sí mismo y ascender en la esperanza de la
Vida Eterna, en semejanza e identificación con la resurrección del Maestro. Como el Padre, que
es vida, me envió y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí.
Comida
para permanecer con el Maestro y para permanecer en la Comunidad. Nuestra
Eucaristía tiene este contenido significativo, testimonial, vital y solidario. Significativo porque expresa
nuestra fe; nuestro estilo de relación con Él y el tipo de cercanía y diálogo:
en la cercanía de la Mes. Significativo porque es el Pan el gran signo humano
de alimento y el Vino, el signo del compartir y hacer vida común y de amistad. Testimonial porque
lo hacemos en su memoria, en su recuerdo, en Él, que es siempre nuestra Eucaristía,
Acción de Gracias, Testamento, Fiesta de la Vida del Resucitado. Es vital,
porque nos vitaliza, anima, da vida, como la vid los sarmientos y comunica
esperanza; es un compromiso, prenda o seguro, de lo que esperamos y que con
ella comenzamos a vivir. Y es solidaridad y unidad: quienes compartimos
el mismo pan formamos una unidad, que el Maestro llama Cuerpo, Iglesia,
Común-unidad, Comunidad y somos enviados a intensificar está unidad con todos
con quienes nos sentamos en las diversas mesas humanas: la familia, el trabajo,
la ciudad, el país, el mundo, la Iglesia.. los más empobrecidos y los que no
tiene mesa a la que sentarse, ni casa
que los acoja, ni alimento que servirse. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi
sangre permanece en mí y yo en él.
Y con esta comida hacemos carne de nuestra carne, la Vida y la Enseñanza del
maestro. Hacer Eucaristía es hacer comunidad, hacer la Vida del Maestro y vivir
la Comunión que compartimos. ¡Hagámoslo
cada Domingo en el Señor¡. Saludos.

P. Esteban Merino
Gómez, sdb.
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