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MINUTO DOMINICAL
“¿Por qué me buscan?”
02 de Agosto
de 2015.
Domingo 18°
del Tiempo Ordinario- Ciclo “B” –
Evangelio
de San Juan 6, 24-35
Cruzamos el Lago otra vez
hacia Cafarnaúm. El pan que han compartido es el tema alrededor del cual sigue
el diálogo con la muchedumbre. Había sido un milagro impactante. Todos buscaban
al Maestro, pero: ¿Por qué lo buscaban?¿Por qué buscamos a Jesús?¿Por qué
buscamos a Dios?¿Por interés material? ¿Para tener el pan de cada día? ¿Por
miedo a la muerte? ¿Para que nos haga milagros? ¿Para que nos resuelva la vida?¿Para
estar tranquilos?¿Nos interesa Él, su persona, su mensaje, su estilo de vida o
su pan material? ¿Qué buscamos en El, que esperamos de Él?. En verdad les digo: Ustedes me buscan, no porque
vieron signos, sino porque han comido
pan hasta saciarse. La
pregunta del Maestro es directa y frontal: ¿Qué esperan de mí?
¿Por qué me buscan? Jesús encara a la muchedumbre para que especifiquen y profundicen su
tipo de relación con Dios y su forma de verlo y de hacerlo parte en su vida de dirigirse a Él, de vivir su fe. ¿Por qué me
buscan? Buscarlo para fines equivocados, por razones erróneas, es
pervertir la fe y malformar la imagen de
Dios y deformar la persona del Maestro. ¿Por qué me buscan? Dios no es un calmante
para malestares personales ni un remedio para insatisfacciones y dudas sobre la
propia vida. El Maestro percibe una superficialidad en sus actitudes y los
desafía a profundizar su adhesión, su fe: Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el
alimento que permanece y da vida eterna. Este se lo dará el Hijo del hombre; él
ha sido marcado con el sello del Padre. Él es el Pan de Vida. El
hambre del desierto de Israel no es búsqueda de Dios. El pan comido en la
multiplicación no es búsqueda de Dios. Poco después de comer el “maná” lo
olvidan y se hacen un ídolo. Poco después de comer el pan todos se escandalizan
y lo abandonan. Hasta los discípulos estaban pensando en irse y dejarlo.
Yo soy el pan de vida. El pan es lo básico, lo fundamental, lo
indispensable. El alimento básico. Es como el aire para vivir. Es como la
piedra del cimiento que es apoyo seguro. Es el agua que sacia la sed. Es la
vida de calidad en todas sus facetas humanas. Es lo que sustenta y apoya y que
en toda circunstancia no me falla y me acompaña. Es lo que me rodea y circunda
en todos los caminos (Cfr. Sal 139, 7-12). Es el todo que da sentido a lo
pequeño y a lo grande. Es el latir de la historia que hace caminar a pueblos y
personas. Es Él. El Maestro. Es Dios. El Pan es Cristo mismo, el Maestro. Este se lo dará
el Hijo del hombre; él ha sido marcado con el sello del Padre. Este
Pan es el Maestro: su persona, su salvación, su mensaje, su estilo de vida, de
relaciones humas, con Dios su Padre, y en su comunidad de discípulos; su
propuesta, su esperanza, su palabra, sus acciones, sus dichos,.. ÉL. ÉL ES EL
PAN DE VIDA. Por eso quien busque otra cosa no lo encontrará.
Perderá su vida y malformará la imagen y la realidad de Dios.
Y se nota en las actitudes
tomadas: Trabajen,
no por el alimento de un día, sino por el alimento que permanece y da vida
eterna. No actúen erradamente pensando que Dios es un sucedáneo de
respuesta a las necesidades materiales. Quien lo entiende bien cambia sus
actitudes y se hace disponible a la propuesta del Maestro: "¿Qué tenemos que hacer para trabajar
en las obras de Dios?" Quienes
tienen una idea y unas actitudes erradas no quieren salir de su postura
y rechazan abiertamente al Maestro: "¿Qué puedes hacer? ¿Qué señal milagrosa haces tú,
para que la veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?. No te
creemos. El Pan de la Fe se ha endurecido y el rechazo se hace patente. Ya no
lo aceptan como Dios que viene del Padre. Tienen otro referente a quien
consideran que les da el pan verdadero. La actitud diversa frente al Maestro es
la respuesta humana posible: No te seguiremos o: "Señor, danos siempre de ese
pan.", es decir, nos quedamos contigo.
¿Por qué me buscan?¿Por qué busco a Dios? Es
mi Padre el que les da el verdadero pan
del cielo. Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca
tendrá sed. ¡Tú eres, Señor, el sentido de mi vida, Tú
Maestro, eres quien da sustento a mi existencia¡ ¿A dónde iré lejos de tu
presencia?. Me encontré contigo y Tú me convenciste, quiero ser discípulo y
alimentarme de tu Pan. Amén. Saludos.

P. Esteban Merino
Gómez, sdb.

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