12/27/2014



MINUTO DOMINICAL

 “¡Una Familia con raíces de fe¡”
28 de  Diciembre de  2014.  LA SAGRADA FAMILIA             DE JESÚS, JOSÉ Y MARÍA – Ciclo B -  Evangelio de Lucas  2, 22-40

El nacimiento de Jesús, como de todo niño o niña, se experimenta, se vive,  se comparte, se goza,.. en una familia. Es una pareja, una familia, la que vive la espera, el adviento, la esperanza de una vida que viene y que, desde el momento que se conoce el embarazo, comienza  a hacerse noticia familiar, se comparte con los abuelos, con los hermanos, los tíos, los vecinos, compañeros de trabajo, conocidos,…  y todos se alegran con la vida nueva que viene.  Es una esperanza que involucra a toda la familia, a los mayores, abuelos, etc… y hasta a los más pequeños, los niños, hasta los abuelos o bisabuelos, que ya no viven, que se alegrarían de haber conocido al recién nacido.
El Nacimiento de Jesús se coloca en la historia de sus raíces humanas, no solo de sus abuelos: Joaquín y Ana, sino de los grandes de su tribu, de sus antepasados y de su pueblo Israel: Abraham y Sara, Isaac,…  David, Jacob,.. y hasta de los más pobres, personas de fe de Israel: Simeón y Ana la profetisa. También ellos se alegran porque Jesús ha nacido, y por su familia. Eran una familia, un pueblo con raíces de fe.    
En la Familia cuando llegó el día en que, de acuerdo con la Ley de Moisés, debían cumplir el rito de la  purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como en nuestras familias llevamos  a los niños para el bautismo, para la catequesis,  para la eucaristía dominical, para las fiestas de  Navidad,..  . Como familia somos quienes le enseñamos la primera oración antes de ir a dormir, la señal de la cruz o el Padrenuestro,.. o a bendecir la mesa con la sencillez familiar y el gran interés que pone con 4 ó 5 añitos por hacerlo él o ella. Y María y José cumplieron la tradición: Todo varón  primogénito será consagrado al Señor. ¡Qué lindo es consagrar nuestros hijos al Señor¡ Ponerlos en su camino desde que abren sus sentidos  a la vida, aún antes, desde que la mamá siente sus latidos en su vientre.  
         Y como para María y José es la alegría de todo su pueblo. Para el anciano Simón  que agradece diciendo: Ahora, Señor, ya puedes dejar que tu servidor muera en paz,  como le has dicho. Porque mis ojos han visto a tu salvador, que has preparado y ofreces a todos los pueblos, luz que se revelará a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel. Y supo descubrir en un desvalido niño de unos días de vida al Dios hecho carne entre nosotros, Enmanuel. ¡Cuánto nos falta agradecer por nuestros hijos, por nuestros niñ@s, por las nuevas vidas que nacen¡.  Aprendiendo a ver a Dios que se acerca a nosotros.  Había también una profetisa muy anciana, llamada Ana,  hija de Fanuel, de la tribu de Aser. .. Llegó en aquel momento  y también comenzó a alabar a Dios hablando del niño a todos los  que esperaban la liberación de Jerusalén. Y la fe de Israel, en estos ancianos, colma la gran esperanza de su Pueblo en un Salvador. Jesucristo: Dios que Salva.
         Y siguió creciendo. Y sigue nuestra tarea de hacer familia mientras crecen nuestros hijos, en medio de una sociedad nueva, de una vida de pareja cada vez más compleja, un contexto social más amorfo y menos sensible a los toques de Dios en la familia, y el niño crecía y se desarrollaba lleno de sabiduría, y la gracia de Dios permanecía con él. Y sus padres seguían a su lado para que aprendiera a vivir en libertad y descubriera la gran tarea que Dios, su Padre, había escondido en su vida. Felicidades a todas la familias. Y vivan la alegría del Evangelio, en su hogar, que es su Iglesia, una familia con raíces de fe. Saludos.


         P. Esteban Merino Gómez, sdb.

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