En el contexto de la aceptación o
rechazo de Dios ponen a prueba al Maestro confrontándolo con el poder del
Cesar. Los fariseos se movieron para ver juntos el modo de atrapar a Jesús en sus propias palabras. Está claro que la disyuntiva es Dios o
el poder. La religión y los poderes de la sociedad. Mas cuando el poder es invasor,
no está con Dios, es extranjero,… Una sociedad teocrática, que adora al
emperador y sus símbolos, que es dominada por el imperio y sus legiones. Una sociedad, que cuando
Mateo escribe está presionando, asfixiando y hasta matando a los discípulos de
Jesús y que a los judíos les impide expresar su fe de forma libre.
Hoy la mayoría vivimos en sociedades
democráticas sin Césares sino con ciudadanos. Hay otras sociedades en las que
la expresión de la fe cuesta la vida, y en otras se pretende imponer la fe por
la fuerza en nombre de Dios, pecado que cometimos en el pasado los cristianos,
creo que hoy día ya no. El César es el poder. Dios, hoy, una opción libre. "Maestro, sabemos que eres honrado y que enseñas
con sinceridad el camino de Dios. No te
preocupas por quién te escucha, ni te dejas
influenciar por nadie. Danos, pues, tu
parecer: …¿Está contra la Ley pagar el impuesto al César? .¿Debemos pagarlo o
no?" La pregunta surge desde el profundo rechazo judío del
poder del César que está coartando su expresión de fe en el Dios de Israel. El
Maestro entiende de inmediato el contenido y hasta el sentimiento que lleva la
pregunta. Jesús les replicó: "Devuelvan, pues, al
César las cosas del César, y a Dios lo que corresponde a Dios.". Está
clara la separación de la fe, la religión y el poder.
En nuestros días la mayoría de las sociedades
van por otros rumbos. Son los ciudadanos quienes deben, debemos, darnos una autoridad,
que no es un César, quienes debemos elegirla, ratificarla o rechazarla, tiempo
de después según su gestión y gobierno. No es un César, no puede serlo y no
debe gobernar como tal. Y tampoco nuestra propuesta de fe, puede ser impelida
bajo coacción o presión de ninguna especie. Hoy muchos gobernantes, se
confiesan y están al margen de la religión y de la fe. Pero aunque ellos pueden
estar, y hasta podría ser aconsejable que estén al margen, siembre que no sean
antí-fe, porque las autoridades son para todos los ciudadanos y no podrán nunca
oponerse en razón de una confesión a la que el mismo estado dice que ni profesa
ni se opone. Hoy la fe está en los ciudadanos y las expresiones, organizaciones
y comunidades en las que los fieles se congreguen y quieran expresar su fe. El gobernante
no puede ser César que se crea dios y se oponga indebidamente a las expresiones
creyentes de sus conciudadanos. Hoy día vivimos en una sociedad plural y en
ella expresamos y vivimos la fe. No buscamos una teocracia ni rechazamos otras
expresiones religiosas. Queremos y debemos vivir la fe como ciudadanos en la
ciudad e historia que nos toca vivir. En ella, y a ella llevamos a Dios, al
Maestro cuya opción vivimos. En esa sociedad estamos de pie, con nuestros
valores, esperanzas y opciones. Como ciudadanos, como autoridades, como
empresarios, como trabajadores, como empleados, como ministros, como
religiosos, como,… a la ciudad llevamos nuestro sentido de comunidad solidaria
que privilegia a los más pobres e invita a quien tiene bienes materiales,
culturales, sociales,.. a compartirlos e ir aportando a la construcción, en la
tierra, con perspectivas del más allá del Reino de Dios. Viviendo en sociedad con Dios y con fe. Dando a Dios todo lo que nos ha dado y dando a la sociedad a Dios que siempre se nos da.
Pagando los impuestos y pidiendo que los beneficios que la sociedad da o debería
dar a los más pobres, pues parte de la sociedad son y comparten o deberían
compartir el destino universal de los bienes.
En este Domingo Universal de las Misiones presentes
en nuestro mundo, en todos los continentes, en nuestra sociedad, con la
alegría del Evangelio que llena el
corazón y la vida entera de los que nos hemos encontrado con
Cristo. Viviendo en la sociedad con fe. Saludos.
P. Esteban
Merino Gómez, sdb.

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