12/29/2012

MINUTO DOMINICAL
“La Fe en Familia”

30 de Diciembre  de 2012. Fiesta de la Sagrada Familia: Jesús, María y José - Ciclo Anual  “C”
Evangelio de San Lucas  2, 41-52

Estamos en la casa del Carpintero José, perteneciente a la tribu del gran rey David. Jesús tiene 12 años. El niño  crecía y se desarrollaba lleno de sabiduría, y la gracia de Dios permanecía con él. (Lc 2, 40) Toda la familia está muy ocupada, incluido Jesús. Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió los doce años, subieron como de costumbre a la fiesta. Caminaban con otras familias, conversaban, compartían, y se acompañaban. Para los niños era un momento de catequesis, de recordar la fe de Israel, y la presencia de Dios que ha acompañado a su pueblo a lo largo de su historia. El Templo de Jerusalén y la fiesta de la Pascua son ocasión de reflexionar el significado del Templo, de los signos de la celebración y de iniciar a los niños en el camino de la Fe en el Señor.

La Fiesta ha dejado profundos recuerdos en Jesús. Con sus doce años, estaría en nuestra catequesis de Iniciación a la Vida Eucarística, en 7° u 8° básico en el Colegio. La  peregrinación o visita al Templo es todo un acontecimiento anual compartido con otros niños y con otras familias, familiares y  conocidos de Nazaret que formaban alegres caravanas de peregrinos a Jerusalén. Los papás estaban claramente identificados con su fe y la compartían y transmitían a sus hijos en la oración diaria, en el respeto del sábado y en la esperada, por todos, peregrinación anual a la fiesta.

Inician el regreso. Al volverse ellos pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. El camino de esta familia no está exento de dificultades, como nos pasa a nosotros. No saben dónde está su hijo. No lo encuentran. Se ha perdido. Se asemeja a una familia en nuestros días cuando sale su hijo o hija, un día sábado, un día de fiesta o un paseo. Hay mucha maldad, dicen, no encuentran a su hijo. Comienzan a preguntar por sus amistades y lugares donde suele ir. Hasta eso les es un poco desconocido y reconocen que no conocen lo suficiente a su hijo. Creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero, al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. Se ha perdido su hijo y no lo encuentran. ¿Por qué se pierden nuestros hijos, nuestros niños, nuestros jóvenes? En esta peregrinación de la vida parece que en ocasiones van solos, bastante solos y que no conocemos sus pasos y sus caminos. Al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas. ¿Qué haría con mi hijo si se pierde, se va de casa, se fuga,… y lo encuentro a los tres días? La pregunta de la madre de Jesús es clara: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.» Lo mismo que a nosotros la reacción de los papás es de ofendidos, más que la preocupación o interés por lo vivido por su hijo o hija. Solemos concluir que son los hijos los que han fallado y no nosotros como padres. El reproche de Jesús coloca el problema la situación desde la visión de los niños, de los hijos, como invitándonos a ser escuchados y a conocer sus razones: ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»  Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Y no saben lo que le pasa a su hijo y no comprenden sus razones y su respuesta. Nos pasa a nosotros habitualmente: las únicas razones son las nuestras.
Bajó con ellos, vino a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres. Jesús no se hizo problema con lo sucedido. Continuó con su vida sencilla, de familia, creciendo en todos los ámbitos: estatura, conocimientos, actitudes morales delante de Dios y en sus relaciones humanas.

Jesús lo vivió y lo aprendió: la fe se descubre, se vive, se va creciendo en ella, se transmite, se comunica en familia. Si la familia está cercana en los caminos de sus hijos: conociendo sus amistades, acompañándolos en el colegio, compartiendo con ellos el tiempo libre, guiándolos en su camino de catequesis, de celebración Dominical cristiana, escuchando sus inquietudes. Los dos: papá y mamá. Regresó con sus padres. Con los dos. Con ellos que están preocupados por su salud, su ropa, su alimentación, su descanso, sus notas, su comportamiento escolar,  …y por su FE????. Si ustedes, papás,  no se preocupan, no comunican, no transmiten su FE a sus hijos ¿Quién lo hará?.  ¡FELIZ  AÑO  2013¡ Saludos.


 
P. Esteban Merino Gómez, sdb.

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