9/06/2012

MINUTO DOMINICAL
“ABRIR LOS OJOS Y LOS OÍDOS” 

09 de Septiembre de 2012. Domingo 23 de Tiempo  Ordinario- Ciclo Anual “B”
Evangelio de San  Marcos   7, 31-38 – “Effatá: Ábrete”

 Se marchó lejos. Caminó nueva fronteras: Tiro, Sidón, ciudades paganas. La Decápolis o Diez Ciudades. Más allá de su mundo conocido y habitual: Galilea, el Lago de Tiberíades, Cafarnaúm,… Allá en el lugar de “los ciegos y los mudos”, los que necesitan ver y oír. Allá desde donde viene la fe, desde el Finis Terrae, el final del mundo, como dice el lema de este diócesis de Magallanes: “Deus ab austro veniet” (Habacuc 3,3), Dios entró por el sur. Entró en Chile por el Sur, con la Primera Eucaristía, y Primera Proclamación de la Palabra de Dios en Chile, en estas tierras un 11 de noviembre del año 1520. En estas nuevas ciudades, desde estas nuevas tierras, desde el confín del sur del mundo, Jesús camina en estas tierras en tiempo de MISIÓN CONTINENTAL.
Por eso, en este MES  DE LA PATRIA y MES DE LA BIBLIA, en este nuevo medio con el que cuenta nuestra parroquia, el blog, le invito a que se dé UN MINUTO, un minuto de ESCUCHA DESDE EL CORAZÓN, y dejar que la Palabra, como lluvia de Dios, penetre en su vida, en su corazón, lo riegue y los fecunde para que surja y se  renueve una nueva vida de discípulo.

Se encontró con un sordo y mudo.  Por su propia situación marginado, excluido de las posibilidades de la vida, sin posibilidad de cultura, sin autonomía para moverse, para hacer su vida. Siempre necesitado de un lazarillo o guía. Siempre dependiente de los demás. Pero persona, con desafíos, con ánimo de lucha, como esos deportistas de los Juegos Olímpicos Alternativos quienes tienen un hándicap o minusvalía. Necesitaba una mano, como el corredor ciego en los Juegos Olímpicos. Y esa mano se la da Jesús: le ruegan imponga la mano sobre él. Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá»,…«¡Ábrete!». Y su vida volvió a tener ventanas para mirar hacia fuera y para mirar en su propio interior.

Los primeros cristianos hacían este signo con los catecúmenos que querían conocer a Cristo, En el signo del “Effatá” le decían a cada catecúmeno: abre tus ventanas, abre tus ojos, tus oídos, tu mente, tu corazón, aprende a conocer a Cristo y abre tu boca para responder al llamado que te está haciendo. Y ahí, en ese momento, comenzaba el verdadero camino de discipulado y seguimiento. “El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás.  Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo. (Is. 50, 5). La Voz del Señor en este MES DE LA BIBLIA está hablando cada día. Necesito abrirla para que se clarifique su voz, se escuche su mensaje y a la vez que convierta mi lengua en alabanza: El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una palabra de aliento. (Is. 50, 4). Y con la alabanza  sepa repetir las mismas acciones que Cristo hace por los hermanos.

Hacer oír a los sordos y ver a los ciegos es un signo de que el Mesías ha llegado y está presente entre nosotros. San Marcos reseña esta reacción de la gente para manifestar, precisamente, que Jesús es  el Mesías esperado. Que está presente. Que está entre nosotros. ¡Qué está aquí¡ Que estamos sintiendo su presencia por sus acciones y palabras, porque ¡Todo los hace bien!.

Hay que abrir los ojos y los oídos. Usted y yo. ¿Qué es lo que no queremos ver? ¿Qué es lo que no queremos oír? ¿Qué es lo que no queremos aprender? ¿Qué es  lo que no queremos escuchar? ¿Qué es lo que no hacemos bien como sí vemos que lo hace Jesús? Es tiempo de escuchar: Dios nos habla en su Palabra en este Mes de la Biblia: ¡Abra sus oídos¡ ¡Mire en su interior ¡. Abra sus ojos y actúe bien, mire hacia fuera para comunicar su fe con el contagio de su vida. ¡Dios los bendiga¡

P. Esteban Merino Gómez, sdb.

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