2/08/2014

MINUTO DOMINICAL

img_2500_ch[1]MINUTO DOMINICAL
“¡Que nos vean la luz¡”

img_2500_ch[1]09 de Febrero de 2014.img_2500_ch[1]  5° Domingo  Durante el Año -  Ciclo A –   
Evangelio de Mateo 5, 13-16

proclamando estos domingos una de la unidades más significativas de san Mateo caps. 5-7: Sermón del Monte, con lo más característico y típicamente diferenciador con el contexto, judío, en tiempos de Jesús, y con el contexto pagano-greco-romano, en tiempos de Mateo y su Comunidad Cristiana. Nos perdimos el Domingo pasado el inicio de este discurso mateano de las Bienaventuranzas que abre este apartado.


  Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a  salar?. Hoy no hay lugar para cristianos desabridos, cristianos sosos, cristianos descafeinados.  A lo largo de la semana, en la prensa mundial, en la prensa local. En los MCS, en internet en todas sus expresiones y usos se nos está preguntando: ¿Dónde están los cristianos? ¿Dónde está la Iglesia? ¿Dónde está el papa? Desabridos y acusados mundialmente por nuestros pecados? Desabridos y sosos por nuestra ausencia en la sociedad, en la ciudad? Desabridos y sosos porque los pecados y faltas de los ministros nos silencian, nos acallan y no hablamos, y no ponemos sabor a nuestra vida de discípulos?. Dejar de ser lo que somos. No ser fieles al Maestro. Dejar de hacer presencia. Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.

            Ustedes son la luz del mundo. Tome en sus manos, por unos segundos, la lámpara de su fe. Mírela fijamente. Contémplela: ¿Está encendida? ¿Está apagada? ¿Le está faltando el aceite de la fuerza interior del Maestro? ¿Dónde  está su luz? ¿La ha dejado en la casa? ¿La ha ocultado debajo de la mesa y suele llevarla en los bolsillos o en el bolso solamente para ocasione excepcionales? ¿Alguna que otra vez  la tengo un rato prendida en una a celebración en la Iglesia?. Pero,  ¿en el mundo?: Nunca. Es muy difícil. No sé en qué mesa, en que oficina, en que calle, dejarla, posarla para que me alumbre a mi e ilumine a quienes están cerca. Prefiero no llevarla. Me complica mucho. Me expone y acusa mi fe. Si está encendida porque denuncia y me obliga a estar siempre atento y discerniendo lo que pasa a mi alrededor. Si la llevo apagada, y la ven, me cuestionan porque no soy lo que soy, o mejor, no soy lo que digo ser. No se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Ese es mi desafío y mi tragedia: ¿Ocultando mi luz? ¿Criticad@ por llevar la vela apagada?
           
            Y ahí estoy. A oscuras y con miedo a encender la luz porque critica mi vida y me escudriña. Con la vela apagada escondida en mi bolsillo o en el bolso y con la vergüenza de saber que no soy auténti@. Y me  llamo…. Cristiano, católico, discípulo. Ustedes son la sal de la tierra.   Ustedes son la luz del mundo. ¿Yo?. Sí, tú. Eres bautizad@. Saludos.

         P. Esteban Merino Gómez, sdb.

 


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