10/15/2016

MINUTO DOMINICAL



“Constancia para ser escuchado”


16 de Octubre de 2016 –29° Domingo Ordinario    Ciclo Dominical “C” –  San Lucas  18, 1-8

No es fácil ser escuchado aunque en nuestro tiempo se dice que estamos empoderados y que somos más conocedores de nuestros derechos en todos los ámbitos. Puede que nos haya sucedido que hemos hecho presenta algún reclamo, en  alguna institución, y no hemos conseguido lo que perseguíamos encontrándonos en la situación que nos relata hoy día el evangelio de la pobre viuda de la parábola que ejemplifica hoy Jesús.

“Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimare”. En pocas ocasiones tenemos una parábola que se inicie  con el título o motivación: es necesario orar siempre sin desanimarse. El relato hace aparecer al juez como insensible, insensato, despreocupado y hasta injusto. No quiere oír, no quiere escuchar; no sabemos muy bien la razón de su rechazo a la pobre mujer viuda que insistía: te ruego que me haga justicia contra mi adversario. Su talante moral lo define en su autovaloración: no temo a  Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme.   Es un desalmado, insensible, incrédulo, antisocial y despreocupado. Puede que jueces humanos cumplan algunas o todas estas cualidades. ¿Pero podemos decirlo de Jesús y del Padre, es justo y misericordioso? 

La parábola describe una palmaria injusticia, pero aún así, de ella se extrae una enseñanza que, desde el pecado o la deficiencia humana, nos ayude a fortalecer una actitud frente a Dios. “Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimare”. La constancia es clave. La constancia en todo lo humano, en la búsqueda de la justicia de esta pobre mujer viuda, que por su misma condición no tiene ningún apoyo, del esposo, del clan, de la tribu, de sus semejantes y vecinos. Es una despojada por su situación humana y familiar. Con su constancia logra, hasta de este juez injusto e inhumano, la justicia y que obre con ella con verdad y respondiendo a sus necesidades que la justicia reequilibra.  

Pero el Dios de Jesús no es así. No tiene semejanza con este juez. No es olvidadizo ni desinteresado por las personas, no se niega a escuchar, a prestar atención. Pareciera que la instancia en la constancia en la oración no es porque el Señor sea como el juez, sino porque nosotros  no somos, ni de lejos, parecidos en algo a esta insistente y pobre mujer que continua con su petición. 

Moisés con sus brazos levantados nos muestra la constancia y logró lo que pidió al Señor. No es que Dios no escuche sino que nosotros somos inconstantes. No pedimos con el corazón y no tenemos verdadera fe, ni constancia cuando pedimos al Señor.  La insistencia es la actitud que hace cambiar hasta al juez injusto. Cuanto más Dios que es  bondadoso y compasivo. Constancia para ser escuchado. Saludos.
                                         

 P. Esteban Merino Gómez, sdb.

No hay comentarios: