MINUTO DOMINICAL“El hijo perdido”
15 de
Septiembre de 2013. Domingo 24° Tiempo
Ordinario.
Ciclo C –
Evangelio de San Lucas 15, 1-31
En este Mes de la Biblia se nos ofrece, en
este domingo, una página selecta y
exclusiva del corazón del Evangelio de Lucas. Inicia los relatos, los tres
relatos o “parábolas” respondiendo a dichos o cometarios que se hacían en el
contexto de Palestina y de la autoridades sobre Jesús: Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle. Los
fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y
come con ellos.» Entonces les dijo
esta(s) parábola(s). Esta conducta, que
parece ser habitual en Jesús, es chocante, escandalosa y religiosamente
criticable. Algunos biblistas hablan de una actuación “contracultura”, que no encaja
con los paradigmas de trato propio de su tiempo y que consiste en que Jesús
establece positivas , de cercanía con tipos d personas
(publicanos-pecadores-prostitutas), marginados morales, que son detestados y
públicamente denostados y despreciados, hasta llegar a poner en tela de juicio su calidad de
maestro: si
fuera un profeta sabría quien es la mujer que le está tocando (Lc 7, 39). A
Jesús lo han tildado de “borracho y comilón, amigo de publicanos y pecadores
“(Lc 7, 34), Los fariseos y los maestros de la ley comenzaron
criticar a los discípulos: ¿Por qué comen con cobradores
de impuestos y pecadores? (Lc 5,30). Jesús rompe, con sus
acercamientos a la gente los criterios
sociales de “gente buena” de su tiempo.
Entonces les dijo esta(s) parábola(s). ¿Quién
de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas,…? Son 100. Una es la que se ha perdido. Pareciera
que es una pérdida mínima: el 1%. Pero es una. Una que es importante para el
Pastor: es una pecadora, una marginada, “una perdida”.
O, ¿Qué mujer que tiene diez dracmas, si
pierde una.. …? Son 10 monedas.
Una parece poco. Pero la mujer, barre, la busca y se alegra por encontrarla. No
es de poco valor: es una pecadora,
una marginada, “una perdida”. Pues os digo que, del mismo modo, hay alegría entre los
ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta. Y como con la oveja perdida, quien busca se alegra
de la moneda encontrada. Es un pecador que se convierte.
Dijo: «Un hombre tenía dos hijos… Es la parábola
más cocida del Nuevo Testamento. La llamada del Hijo Pródigo. ¡Pródigo o
perdido¡ Se fue de casa con todo lo
suyo. Lo gastó. Se portó mal. Se alejó del Padre que seguía esperándolo todas
las tardes. Y lo pensó bien. La oveja y la moneda no piensan. No nos representan tan bien, en nuestras actitudes, como este hombre, hijo
menor, del buen y acaudalado Padre. Lo
pasó mal. Y después de un tiempo se
atrevió a volver. ¿Lo perdonará el Padre
después de lo que ha hecho? Es un hijo pecador, marginado, es un “hijo pedido” que ha vuelto. Es una Padre diferente. No hay
nada más que leer el texto: Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido,
corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: `Padre, pequé contra el
cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.' Pero el padre dijo a sus siervos: `Daos
prisa; traed el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas
sandalias en los pies. Traed el novillo
cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío había
muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado. ¿Es injusto Dios? ¿Perdona y deja pasar
demasiado? ¿Es que aceptará la conducta del hijo, como que nada ha pasado, y lo
restituirá a su condición anterior de hijo con toda su dignidad y olvidando sus
faltas?. Sí lo hizo y para siempre.
Pero la parábola es de
dos hijos: ¿Y el hijo mayor?. Él se irritó y no quería entrar. En la puerta
dijo: ¡Yo
con éste ni a misa¡ Y no compartió la mesa. No comparte el perdón
del Padre. Se aísla de la fiesta y de la comunidad. ¡Yo soy mejor¡ ¡No me reúno,
menos en la mesa, con ese tipo de personas¡. Y se fue. ¡Un nuevo hijo pedido¡
¿Cuál de los dos me representa?.
Saludos.
P. Esteban
Merino Gómez, sdb.
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