MINUTO DOMINICAL
“Una sociedad que se interroga”
16 de Diciembre de 2012. Domingo 3° de Adviento - Ciclo Anual “C”
La voz se había escuchado clara: una voz grita en el desierto: preparen el camino del Señor. Muchas personas del pueblo estaban profundamente sensibilizadas por lo escuchado. Había resonado, como una buena catequesis, en su mente y corazón. La respuesta y los interrogantes que les nacía eran obvios: ¿qué debemos hacer?» Los primeros en hacerse la pregunta, son los más pobres, el pueblo llano, la gente sencilla: la gente preguntaba a Juan el Bautista: «Pues ¿qué debemos hacer?» La parte de la sociedad que no tiene una relevancia especial, por su situación, por su poder para tomar decisiones sociales o políticas: la gente común, atenta, que sabe abrir sus ojos y sus oídos. La parte silenciosa de la sociedad, que no siempre es dueña de su vida y de su destino. Pero es sensible y tiene conciencia parta reaccionar a la palabras escuchadas: ¿qué debemos hacer?». La voz, Juan el Bautista, les responde con claridad: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo.» Solidaridad social, con los cercanos o prójimos, en mi barrio o población, en la ciudad, con los sin techo, sin casa, en el país; con otros pueblos. Es la solidaridad “espontánea”, de la que hablaba Mons. Enrique Alvear, cuando mencionaba la solidaridad espontánea, la solidaridad organizada y la solidaridad política o estructural responsabilidad de los estados. Respuesta: solidaridad
Segundo grupo de oídos atentos: Vinieron también publicanos a bautizarse, que le dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?» Supera este grupo las parcelas religiosas y publicanos, mala gente y pecadores, se interrogan sobre sus actitudes en previsión de que Dios viene. También hay respuesta para ellos: «No exijan más de lo que les está fijado.» Son los hombres de los negocios, de los contratos, de los impuestos, de las relaciones económicas, muchas veces, como hoy, asimétricas, desproporcionadas, carga injusta para unos y beneficios usureros para otros. La exigencia es la equidad. Respuesta: justicia económica y social.
El tercer grupo social es el que ostenta el poder de las armas, el poder de infringir la privación de la libertad, y dar sentencias muerte. Tienen en sus manos la vida de los ciudadanos y es un poder, sin un correlativo de contrapeso que proteja la libertad y la vida de sus conciudadanos. Sus excesos no tienen vuelta. Cuestan la vida, la libertad de los damás. Tienen el derecho de vida y de muerte. Hasta ellos, aún con su poder, y quienes no había sido embotados o corrompidos por ostentarlo y ejercerlo, se preguntan: Le preguntaron también unos soldados: «Y nosotros ¿qué debemos hacer?». Con la fuerza de un profeta y sin miedo a ese poder, el de las poderosas e invencibles legiones romanas del impero extranjero, el Bautista se hace voz clara y fuerte, que interroga a la sociedad: «No hagan extorsión a nadie, no hagan denuncias falsas y conténtense con su soldada.» Su poder debe tener el criterio de la verdad, y de la mesura en su utilización. Su poder no es suyo sino que son servidores de la sociedad que los ha investido de ese privilegio del uso de la fuerza. Respuesta: respeto y defensa de los ciudadanos a quienes sirven.
La sociedad, el pueblo estaba expectante; la sociedad en su conjunto se miraba a sí misma a la vez que esperaba y miraba a Dios y levantaba la vista para proyectos y opciones que sentían debían poner en ejecución si se acercaban a este bautismo de cambio, de conversión de vida. Él los bautizará en Espíritu Santo y fuego. Este nuevo Espíritu, el del bautizado, el de Cristo, es el que portamos a nuestra sociedad para que fermente, que cambie, que sea construida en justicia con el compromiso y protagonismo de los discípulos de Jesús, como en su día y en su tiempo, hizo Fray Antonio de Montesinos con su denuncia en un tercer domingo de Adviento del año 1511. Es tiempo de de conversión: Humanizar y compartir el desarrollo de Chile. ¡Buen Camino¡ Saludos.
P. Esteban Merino Gómez, sdb.
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