MINUTO DOMINICAL
“Llevando la vida”
23 de Diciembre de 2012. Domingo 4° de Adviento - Ciclo Anual “C”
Evangelio de San Lucas 1, 39-45
Estamos cerca. A dos días de la llegada del Emmanuel, Dios con nosotros, Yeyosua, Dios que Salva. No tema. No hablo de vaticinios infundados y frustrados ni pretendo generar temores. Es tiempo de esperanza en vientres fecundos y vidas que no temen sino que aman. Dos mujeres han tenido un encuentro decisivo en su vida. Caminaban cada día en la sencillez de lo cotidiano. Isabel: a quien Dios da salud, promesa de Dios, vive en las Montañas de Judea. María: la muy bendecida vive en Nazaret de Galilea. Son primas. Isabel es de más edad. No ha podido gozar en su juventud del gozo de la maternidad, bendición para toda mujer judía. Eso la entristece. Pero, como a "Sara" vive el milagro de tener un hijo a la edad avanzada (Gn 17, 15) La voy a bendecir y le daré un hijo. Como Ana madre de Samuel: Ana quedó embarazada y cuando se cumplió el tiempo dio a luz a su Hijo y le puso por nombre Samuel, porque se lo había pedido al Señor. (1Sam 1, 20). Como la madre de Sansón: El ángel de Dios se apareció a la mujer y le dijo: "Hasta ahora has sido estéril y no has tenido hijos, pero vas a concebir y darás a luz un hijo”. (Ju 13, 3). Como Rebeca, esposa de Isaac (Gn 25, 21) Como Raquel esposa de Jacob (Gn 29, 31). Como Isabel esposa de Zacarías a quien María Visita. Todos estos niños: Isaac, Esaú y Jacob, Rubén, Samuel, Sansón, Juan El Bautista. Son hijos de la mano de Dios, hijos de la bendición. Dios hace de cada uno de ellos una especial intervención en la histeria de Israel.
María se pone en camino para compartir con su prima. Su Hijo no es sólo hijo de la Bendición sino Dios mismo hecho hombre viviendo nuestra historia, e Isabel lo experimenta personalmente: En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno. El encuentro con el Emmanuel, aún antes de nacer, es alegría y gozo, para ella y para su hijo Juan. Y la saluda con la hermosa oración que se nos ha hecho familiar en cada saludo de los creyentes a María: Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a gritos: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”. La Vida vence. Jesús habla por primera vez desde el silencio del vientre de María su madre. Alegra la vida de Isabel y su Hijo y produce la primera confesión de fe, aún antes de haber nacido. Isabel reconoce a ese niño, aún no nacido, como el Señor: ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. La bienaventuranza, primera que recibe María por su disponibilidad, es un canto a la vida: la vida de Dios que nace entre nosotros el Hijo de María, Emmanuel. La vida que crece en Isabel: su hijo Juan. Isabel la felicita: ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»
María no se sorprende. Tampoco exigirá dignidades por cumplir la profecía esperada de la virgen de Belén (Miq 5, 2) una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (Is 7,14). Profecía que toda joven judía anhelaba cumplir en su persona. Y entona el canto de la vida con Sara, Rebeca, Raquel, Isabel, y especialmente con Ana (1 Sam 2, 1-10):
Alaba mi alma la grandeza del Señor
y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador
porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava,
por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada,
porque ha hecho en mi favor cosas grandes el Poderoso, Santo es su nombre
y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.
y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador
porque ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava,
por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada,
porque ha hecho en mi favor cosas grandes el Poderoso, Santo es su nombre
y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.
Gracias Señor. Te has acordó de tu Pueblo y has cumplido tu promesa. De la humildad de una joven te has hecho Emmanuel, Dios que Salva. Esperanza nueva que disipa todos los temores de la historia y nos invita a cantar imitando a María: Vayamos, cristianos llenos de alegría vayamos, vayamos con fe a Belén. Hoy ha nacido Cristo nuestro hermano. Que nuestra fe te adore…. . ¡Feliz Navidad¡
P. Esteban Merino Gómez, sdb.
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